Escrito por Matt Redman
Me gustaría trasmitirles la idea de mantener nuestra habilidad a un nivel que nos permita fluir con el Espíritu Santo. Los primeros versículos del Salmo 33 nos urgen: “Aclamad a Jehová con arpa; cantadle con salterio y decacordio. Cantadle cántico nuevo; hacedlo bien, tañendo con júbilo”. Las palabras “hacedlo bien”
significan dos cosas. Primero, que toquemos nuestros instrumentos lo mejor que podamos, habiéndonos preparado todo lo posible. Y segundo, que toquemos con sensibilidad, con la capacidad de fluir con el
Espíritu Santo mientras adoramos como congregación. Los músicos pueden tener gran técnica, pero sin esta sensibilidad se distraerán del objetivo de la adoración. Esta sensibilidad nos lleva a tocar lo que se necesita en el momento justo. Aparentemente, Eric Clapton dijo una vez que su ambición era hacer llorar a las
personas al tocar una sola nota. A veces, menos es más. También leemos en 1 Crónicas 25, sobre los sacerdotes levitas que se encargaban de la adoración en el templo: “Instruidos en el canto para Jehová” (v. 7). Aquí hay dedicación al llamado, y así debe ser con nosotros. Hagamos lo que hiciéramos, debemos hacerlo con todo nuestro corazón, pasar tiempo en el aprendizaje y el desarrollo de nuestro talento para mejorar nuestra habilidad, como expresión de nuestro amor por Dios. Tomemos clases, estudiemos,
exijámonos, aprendamos escala, acordes, combinaciones, y aprendamos a “seguir el ritmo de Dios”.
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En nuestros momentos de adoración en equipo, es bueno expresar nuestra adoración a Dios en conjunto, pero habrá momentos en que sentimos el impulso del Espíritu Santo para “tocar desde el alma”. Pase tiempo improvisando, cantando canciones nuevas, creando melodías para Dios. Y recuerde que todo lo que se habla también puede cantarse. Un fin de semana, durante un seminario de adoración, les pregunté a los músicos si sentían algo que proviniera del Señor. Uno de los bajistas dijo que sentía que el gozo de Dios burbujeaba. Le di mi bajo y comenzó a tocar figuras. Enseguida, los demás instrumentos se le unieron, y todos comenzamos a bailar. Todos sentimos el gozo del Señor en ese momento. También recuerdo cómo me inspiró una violinista, Ruth Fazal, que tocaba su violín mientras leíamos las Escrituras. Parecía poder
transmitir el significado de cada versículo que leíamos.
En el Antiguo Testamento vemos que se utilizaron músicos para liberar la palabra profética. En 2 Reyes 3:14 Eliseo pidió que se llamara a un arpista, y mientras este tocaba, la mano del Señor desciendió sobre Eliseo, y el profeta profetizaba. También vemos liberación, como con David cuando tocó ante Saúl. En 1 Samuel
16:23 leemos que David tomó su arpa y tocó, y entonces el espíritu maligno dejó en libertad a Saúl.
Como músicos, debemos escuchar a la banda con un oído, y con el otro oír lo que nos dice el Espíritu Santo. Trabajemos en esto y aprendamos a fluir con el Espíritu Santo.
Matt Redmann (web oficial)