Después de que el Señor liberó a David de las manos de un rey
perverso, David asumió una actitud de adoración. Si usted espera
mantener una vida de victoria delante de Dios, debe desarrollar el
hábito de alabar al Señor por su bondad. La acción de gracias es una actitud necesaria para la vida
victoriosa, y es importante no confundirla con la alabanza. Ella es en
esencia distinta; es la respuesta de Dios a los ataques satánicos.
Entramos en el reino de la guerra espiritual cuando alabamos al Señor.
Cuando lo hacemos, entramos a un nivel de victoria sobre las artimañas y
los engaños del enemigo. Un gran ejemplo de la relación entre la
alabanza y la guerra espiritual se encuentra en la historia del rey
Josafat en 2 Crónicas 20.
El rey Josafat recibió muy malas noticias. Un ejército enorme marchaba contra él. ¿Cuándo fue la última vez que usted recibió malas noticias? ¿Cómo reaccionó? Algunas veces entramos en un estado de depresión debido a las malas noticias, especulando tanto que las hacemos más grandes de lo que realmente son, y finalmente creamos una tormenta en un vaso de agua. Pero, ¿cuál fue la respuesta de Josafat? Este hombre se volvió al Señor y le pidió instrucciones; ordenó a su pueblo que hiciera lo mismo.
La forma en que afrontamos las malas noticias es importante en nuestro andar cristiano. No me gusta escuchar malas noticias. De hecho, tengo el hábito de evitarlas; en muchas ocasiones simplemente no quiero encargarme de ellas. Recuerdo un incidente cuando a mi madre le diagnosticaron un pequeño tumor en el cerebro. En ese momento en que el tumor era pequeño, se necesitaba un procedimiento quirúrgico. Sin embargo, mi madre estaba firmemente en contra de eso y aunque traté de convencerla no cambió su decisión. Después, tuvimos dificultades por la misma decisión. Finalmente, el tumor tendría que ser extirpado; sin embargo, había aumentado su tamaño y el procedimiento era más peligroso. Ella fue operada (a regañadientes) y aunque la cirugía salió bien, el proceso de recuperación no fue como se había planeado. Mientras luchábamos con los resultados, puse lo mejor de mí para creerle al Señor. Traté de practicar la disciplina de la alabanza y de la acción de gracias. Le pedí a Dios su paz y su guía. Los días y las noches estaban llenos de dudas y temores. Pensaba que el Señor se había ido de vacaciones y me había dejado solo.
El resultado final no fue lo que esperábamos. En abril de 2002, mi madre partió para estar con el Señor. Debo admitir que no tenía ganas de darle gracias a Dios ya que mi madre había muerto. Así que recurrí a la oración y hablé con Dios. Le pedí que me explicara su aparente falla a la respuesta de mis oraciones; pensé que me había abandonado. Simplemente no lograba que saliera alabanza y acción de gracias de mis labios.
Los moabitas me rodeaban junto con los amonitas y la batalla contra mí era intensa. Entonces, en el momento justo, el Espíritu Santo gentilmente me dijo estas palabras: “Los resultados no dependen de ti, sino de tu madre. Esto es lo que ella quería, venir a casa conmigo”.
¡Las puertas se abrieron, y la alabanza empezó a salir de mi boca! Fue como si hubiera tenido un claro entendimiento de la voluntad de Dios y pude alabarle con libertad. Quizá usted piense que le gustaría decirme: “Usted debe aprender a alabar a Dios en tiempos de aflicción”. Si es así, tiene razón y solo puedo decirle: “¡Alabe al Señor por su sabiduría!”. Sin embargo, en ese momento no tenía ganas de darle gracias; mi madre había muerto y no tenía ganas de alabar.
Seguramente todos podemos alabar al Señor cuando las noticias son buenas, pero también tenemos que desarrollar el hábito de darle alabanza a Dios cuando las noticias no son buenas. Por medio de esa lección, he aprendido que el Señor obra en su tiempo, de acuerdo con su voluntad.
Deberíamos alabarle cuando las cosas van bien y cuando no. Esta respuesta requiere mucha confianza y fe en el amor y en las habilidades de nuestro Padre. Cuando fui confrontado con las noticias sobre mi madre, tuve un bloqueo espiritual. Trataba, pero simplemente no podía lograr que saliera alabanza de mis labios. Esta no es la forma en la que un creyente debe manejar las malas noticias. Debemos llevarle nuestras preocupaciones al Señor y pedirle su ayuda. “Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo. Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes” (1 Pedro 5:6-7).
¿Qué debería hacer cuando llegan malas noticias? ¡Saque el coro al frente! En otras palabras, cante alabanzas cuando se encuentre en problemas. Qué gran actitud para seguir. ¡Nuestro Dios es maravilloso!
Le garantizo que el enemigo tendrá un ataque de rabia cuando usted comience a cantarle al Señor. Cantar es un gran paso para alabarle. La actitud de ganador es aprender a cantar cuando se reciben malas noticias. ¡La naturaleza del reino de Dios es gozo! A medida que alabamos al Señor por medio de nuestros cantos, llevamos nuestras almas a otro nivel, el nivel de guerra. ¡Cántele al Señor y entre en una guerra gozosa!
Nos es más fácil quejarnos, pero el Señor nos dice que lo alabemos por todo: “Canten al Señor con alegría, ustedes los justos;es propio de los íntegros alabar al Señor”(Salmo 33:1).
Por Eric A. Lambert
Tomado del libro:Diez actitudes para una vida piadosa
CLC
EXTRAIDO DE LA CORRIENTE DEL ESPIRITU