domingo, 23 de septiembre de 2012

RENOVANDO LA INTIMA AMISTAD

Por Matt Redman

En el liderazgo de adoración, no se trata tanto de qué sabemos, sino de a quién conocemos. 
Hace poco algo me hizo recordar esto. Después de un par de meses muy ocupados, me encontré una vez más victima del síndrome Marta: demasiado ocupado con los preparativos y sirviendo, con lo cual abandonaba lo importante: sentarme a los pies de Jesús y escuchar con devoción como lo hacía María (Lucas 10:38-42).
No me malentienda. Todavía sé elevar los brazos y puedo recordar las palabras y las melodías. Pero estas expresiones de adoración casi podían convertirse en hábitos vacíos. Así que no es tanto qué sabemos, la experiencia o los conocimientos que hayamos adquirido no significan nada en ese momento, sino a quién conocemos. Quiero que cada palabra y cada nota sean una expresión de nuestra relación con Dios.
La adoración en su forma más genuina tiene que ver con la relación. En el Catecismo de Westminster, el fin principal de la existencia del ser humano se define como: “Glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre”.
Primero, glorificar. En otras palabras, responder a este maravilloso Dios con nuestras vidas, hechos, pensamientos, palabras y canciones. Y, al mismo tiempo, disfrutar de Él. Como nos lo recuerda John Piper, Dios se glorifica en nosotros cuando más satisfechos estamos en Él. El Señor nos llama a una relación íntima con Él. Sería un honor mirar tan solo al Rey de reyes desde lejos. Sin embargo, Él nos llama a algo más profundo: una amistad con Él. 

Este es el Rey de Apocalipsis capítulo 1, que majestuosamente sostiene las siete estrellas en su mano derecha. Sin embargo, es el mismo Rey que en el siguiente versículo se acerca a Juan, el escritor, y lo toca con la misma mano derecha, lo consuela y le dice: “No tengas miedo”.
Cuando más honramos a Jesús como Rey, tanto mejor vemos la maravilla de la mano de amistad que Él nos extiende. De vez en cuando estamos en un lugar desde donde no vemos claramente. Quizá haya habido demasiada salida, y poca entrada.Quizá hemos estado tan ocupados que no nos hayamos alimentado
bien, en términos espirituales. He conocido a muchos músicos que han estado en ese lugar, y me incluyo. Dios nos llama a regresar al lugar de la amistad.
En Juan 15:15 Jesús les dice a sus discípulos: “Ya no los llamo siervos (...) los llamo amigos”. Ahora, claro que todos somos llamados a servir a Dios, pero Él nos llama a ir más allá, al lugar de la amistad; un lugar donde un sirviente no puede llegar. Asegúrese, como líder, que no se conforma con el lugar de siervo, cuando Dios le extiende su mano todopoderosa en amistad. Es tiempo de renovar la amistad íntima con Dios. Hágalo, y lo antes posible. Porque en el liderazgo de adoración, no importa tanto lo que sepamos, sino a quién conozcamos.


Extraido del libro: Lo que todo adorador debe saber (Matt Redman)

No hay comentarios:

Publicar un comentario