jueves, 26 de febrero de 2015

SU INMENSIDAD



Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. (Jn. 14:8)

¿Acaso existe una fórmula secreta para conocer más a Dios? ¿Como es que llegamos a comprender su magnitud y potencia?¿Sus atributos son descriptibles? ¿Dios tiene cualidades que cabe en nuestro razonamiento?

A.W. Tozer decía lo siguiente: “Señor, ¡cuán grande es nuestro dilema! En tu presencia, lo que más nos conviene es el silencio, pero el amor nos hace arder el corazón y nos impulsa a hablar. Si nosotros nos callásemos, las piedras gritaran; pero si hablamos, ¿qué vamos a decir? Enséñanos a conocer lo que no podemos conocer, porque las cosas de Dios no las conoce hombre alguno, sino el Espíritu de Dios. Haz que la fe nos sostenga donde fracasa la razón, y pensaremos porque creemos, no para poder creer.”
 
Nuestras palabras no alcanzaran jamás a describir la grandeza de Dios, mucho menos entender la profundidad de su majestad. Pero aun así, en su inmensidad, El escucha e inclina su oído una y otra vez a las oraciones de sus hijos.
Moisés fue el único que pudo ver la gloria de Dios, y la consecuencia de ello era un rostro resplandeciente que ni aun los del pueblo de Israel podían soportar, porque dice que Moisés debía ponerse un velo cuando estaba frente a ellos.

Timothy Dwight, nieto del famoso predicador Jonathan Edwards protagonista principal del gran avivamiento espiritual ocurrido en los Estados Unidos en la época de la colonia, escribe acerca del Dios que adoramos: “Así también Job exclama en el texto: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza”.
Todas estas consideraciones se fortalecen de manera poderosa, y su eficacia aumenta con solo recordar la omnipresencia y omnisciencia de Dios. La conciencia de que este asombroso Ser está doquiera estamos nosotros, nos acompaña en la multitud; y en la soledad le da una solemnidad a nuestra existencia y una importancia a toda nuestra conducta que no puede obtenerse de ninguna otra cosa…
…Si recordáramos todas estas consideraciones, si pensáramos en ellas a diario y en profundidad, seríamos sobrios, serios, alertas y diligentes en el cumplimiento de nuestro deber. En particular, si tenemos algunos puntos de vista correctos acerca del pecado, es casi imposible que nos hagan más justos más consagrados, más persistentes, y más eficaces al momento de persuadirnos a confesar y renunciar a nuestros pecados. Cuanto más justos sean esos puntos de vista, más poderosa debe ser su eficacia. Es más, no pueden dejar de producir felicidad en la mente del cristiano inteligente. “

Buscar el rostro de Dios debería ser algo cotidiano y a diario; anhelar su presencia con pasión, adorarle constantemente con nuestra obediencia; llegar a tener una relación tan intima con el Padre y llamarlo: Abba Padre. Sin embargo debemos atender que puede ser peligroso pretender ver su gloria sin que nada pase. Porque somos tan frágiles comparados con El y su inmensidad. 

MARTIN FONSECA

jueves, 5 de febrero de 2015

ADOREMOS JUNTOS

Adoremos juntos
Una relación con Dios puede ser una experiencia privada y personal, pero gran parte de la adoración es para llevarla a cabo en comunidaed. Dios es una comunidad en sí mismo (Padre, Hijo y Espíritu Santo), y su Palabra nos alienta a reunirnos con otros creyentes para animarnos unos a otros, orar juntos y recordar el amor del Señor por nosotros. Después de la crucifixión, la muerte y la resurrección de Jesús, las dinámicas de la adoración en comunidad cambiaron drásticamente. Los sacrificios de animales ya no eran necesarios para restaurar una relación con Dios. La sangre de Jesús, derramada como un sacrificio voluntario, ahora tiene el poder de quitar los pecados de todos los que se arrepienten y lo reciben.