Hace poco fui a visitar a un familiar, que hacía mucho que
no veía. Sabía que su fe había cambiado desde que conoció el evangelio de
Jesucristo.
Nos pusimos a conversar de todo un poco, me mostro los
cambios en su hogar y como Dios le bendijo en muchas áreas. Pero note un patrón
común en sus palabras, que tenían que ver con la mención continua de un predicador
famoso, a quien escuchaba frecuentemente. “Es muy poderoso lo que habla y lo que sucede”
– me decía “tienes que verlo, tienes que verlo”.
Me contaba de su iglesia, de las actividades, de su
servicio, de las “reuniones de poder” que tenían (insistió muchas veces que tenía
que ir yo a ver lo que sucedía allí), pero no dejaba de mencionar el nombre de
este predicador cada 20 o 30 palabras.
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Reconozco que fui un
poco directo, pero después de entender lo que la biblia dice en el Salmos 19:7:”La
ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma…” no me quedan dudas
que necesito buscar lo que en verdad me da CRECIMIENTO ESPIRITUAL Y MADUREZ.
Un culto normal, donde se adora a Dios, hay comunión con los
hermanos y somos fortalecidos en su palabra, también es una “reunión poderosa”,
sin tener que acudir a lo místico con experiencias sobrenaturales y métodos anti
bíblicos.
El salmista continua, haciendo referencia a los
mandamientos, en los versículos 10 y 11
de este salmo 19: “Deseable son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más
que miel, y que la que destila del panal. Tu siervo es además amonestado con
ellos, en guardarlos hay grande galardón.”
Prefiero
ese gran galardón porque es la única satisfacción para mis necesidades
espirituales.
Martin Fonseca