MATEO 20:26
MATEO 10:43
En Mateo se cuenta que fue la madre quien le pidió a Jesús una posición para sus hijos. Sin embargo en Marcos no se menciona a la madre, sino que dice que directamente sus hijos se lo pidieron. Cualquiera de las dos descripciones nos lleva a una misma reflexión.
Jesús acababa de decirles a sus discípulos lo que iba a padecer en Jerusalén. Iba a ser entregado, condenado, escarnecido, azotado, escupido y muerto. Pero al tercer día resucitaría. Un panorama dramático, diría triste también. Los discípulos calculando volver a sus antiguos trabajos, no pudiendo razonar del todo lo que habían vivido al lado del maestro. Quizás presumían que no quedaría todo en la historia ni que se terminaban esos tres años de gloria y peregrinaje. Ese fuego que sentían dentro cuando el maestro les hablaba quedaría en la historia.
Y como fuera de orbita, santiago y Juan, le piden a Jesús ocupar un lugar especial en el reino de los cielos. Tal vez era miedo a quedar en las ruinas, o por influencia de su madre. Pero había una fe, sabían que no era el final, que había algo después. Estaban confundidos con lo que era realmente ese reino. No era nada igual a lo que se veía en esa época. Estos dos hermanos estaban indirectamente dejándonos una gran lección para el servicio y ministerio. Ni siquiera Jesús decidía quien estaría en un lugar o en otro. Era una decisión de Dios padre.
Estos dos estaban dispuestos a hacer cualquier cosa por estar allí, beber del mismo vaso de Jesús o bautizarse con su bautismo. Lo que sea con tal de estar en un lugar distinguido, donde todos nos vean. Y eso suena muy lindo, a quien no le gustaría estar en lugares sobresalientes, teniendo gente alrededor que haga como nosotros decimos. Y no esta mal tener un liderazgo influyente y exitoso. Sin embargo la actitud de estos es lo que a Jesus a le lleva a hacerlos reflexionar a los doce y también a nosotros hoy. “Mas entre vosotros no será así.”
El mejor lugar, eso querían. Un lugar privilegiado. Un lugar que resalte. Donde todos me vean. Un lugar sobresaliente.
Los demás discípulos se enojaron. ¿No se les ocurrió antes la idea a ellos? Estos dos se adelantaron.
Jesús los sentó a su lado, y con ese amor de amigo, les empezó a hablar:
“los gobernantes de las naciones se enseñorean de las naciones, y los grandes ejercen sobre ellas potestad”
Mis amados, en la tierra suceden estas cosas, en un reino que no es de Dios, en medio de los hombres, o en una empresa.
Pero “no así entre vosotros”. Entre ustedes debe suceder totalmente lo contrario. Una actitud totalmente diferente, algo opuesto. El que quiera hacerse grande será vuestro servidor, y el primero será el siervo.
No hay un primer lugar dentro del cuerpo de Cristo. No existe el privilegio. Pero si existen cualidades para ser un siervo fiel y aprobado por Dios.
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