domingo, 2 de octubre de 2016

¿QUE TIENE DE ESPECIAL CANTAR LOS DOMINGOS?

La gente canta en todos lados.
En sus coches, en la ducha, en coros, en los partidos de fútbol; en los cumpleaños, en las bodas y los funerales; en los conciertos de rock, en musicales y óperas; cuando hay sol, cuando llueve, cuando hay una tormenta; por la mañana, tarde y noche.
Pero cuando la iglesia se reúne el domingo por la mañana (o sábado por la noche, etc.), nuestras voces terrenales se unen a los coros celestiales y el canto es como ningún otro. No puedo contar el número de veces que me he conmovido al unir mi voz al poderoso, inspirador, imponente, fuerte y bello canto de mi congregación.
Pero a veces nuestro sonido no es tan bonito, es vacilante y débil, fuera de tono y de tiempo. ¿Qué debemos hacer entonces?
Hemos respondido a esto tratando de hacer excelente nuestra música, nuestro arte y nuestros medios tecnológicos, pero eso no resuelve automáticamente nuestros problemas. Nuestra música puede sonar mejor pero nuestra adoración puede ser peor.
Mi objetivo en este comentario no es criticar a los estilos de música o formas litúrgicas. Más bien, quiero hacer notar algunas de las diferencias entre las personas que se reúnen para cantar y la iglesia cantando. Quiero recordar quiénes están cantando, por qué están cantando y a Quién le están cantando. En otras palabras, quiero hablar acerca de cantar como iglesia.
Una de las razones principales por las que nuestro cantar sale mal es porque nuestra doctrina de la iglesia —o nuestra eclesiología— están errada. Ha sido minimizada, distorsionada, o simplemente no existe. Nos olvidamos que la iglesia le pertenece a Jesús, no a nosotros. En la primera carta a los Corintios, Pablo dice que Dios destruirá a los que destruyen su iglesia (1 Cor. 3:17). Esa es una palabra que nos hace pensar. Parece que algunas iglesias hoy en día están siendo destruidas, poco a poco, a través del liderazgo musical que confunde lo que pasa los domingos por la mañana con otra cosa.

Lo que la Iglesia es y no es

Recientemente, empecé a hacer una lista de las distinciones entre cantar, por ejemplo, en un concierto, y cantar en la iglesia. Esto no es exhaustivo, pero he tratado de incluir algunas de las áreas más comunes de confusión posible. Cada punto resalta lo que la iglesia no es y lo que Dios tenía pensado que fuera.
1. En primer lugar, la reunión dominical no es un grupo de gnósticos que no se ven afectados por el entorno físico y material. Espacios bonitos, comunicación efectiva, expresiones artísticas que no distraigan, sistemas de sonido confiables, talento musical, y otros elementos prácticos pueden hacer nuestras reuniones más impactantes y edificantes. Dios usa medios físicos que se expresan a través de dones espirituales para cumplir sus propósitos en la iglesia (Hch. 6:1-61 Cor. 6:24-26Rom. 12:6-8). Aunque no los necesita, Él elige usarlos.
2. La reunión dominical no es un grupo de personas que se reúnen una vez a la semana, pero cuyas vidas rara vez se frecuentan en otros momentos. La iglesia es el cuerpo de Cristo y es un templo construido en conjunto, donde habita Dios (Ef. 1:22-23Ef. 2:19-221 Pe. 2:4-5).
3. La reunión dominical no es un grupo homogéneo de personas que compran en las mismas tiendas, juegan los mismos video juegos, tienen las mismas listas de reproducción de iTunes y usan el mismo estilo de ropa. La iglesia es una entidad sobrenatural, formada por personas de diversos orígenes, culturas, etnias y clases sociales, que han sido unidas entre sí a través de la muerte sustitutiva de Jesús en la cruz por sus pecados (Ef. 2:11-161 Pe. 2:9-10).
4. La reunión dominical no es una compañía de producción que ofrece un evento semanal con una puesta en escena, efectos de iluminación y video. La iglesia es el lugar donde reside el tesoro del evangelio de Cristo brillando a través de vasijas de barro, y donde nuestra confianza radica en la demostración del poder del Espíritu. Ese poder se muestra principalmente a través de la debilidad de nuestra predicación y no por medio de la ostentación de nuestras producciones (2 Cor. 4:71 Cor. 2:3-5).
5. La reunión dominical no es una conferencia teológica que solo pretende llenar la cabeza de la gente con conocimiento, sin lograr dar forma o afectar sus pasiones y deseos. La reunión dominical nos da la oportunidad de gritar de alegría mientras cantamos dando gracias en nuestros corazones a Dios (Sal. 71:23;Col. 3:16), mientras que el Espíritu nos transforma a la imagen de Cristo, de un grado de gloria a otro (2 Cor. 3:18).
6. La reunión dominical no es un concierto donde artistas dotados entretienen a un grupo de espectadores pasivos. La iglesia se reúne para la edificación de los unos a los otros, para motivarnos al amor, a las buenas obras y equiparnos para las diversas obras de ministerio que Dios nos ha asignado (1 Cor. 14:12Heb. 10:24-25Ef. 4:11-16). Cada miembro es valioso, incluso los “impresentables”, y cada miembro debería cantar, aunque no necesariamente con un micrófono (1 Cor. 12:14-26Ef. 5:19).
7. La reunión dominical no se centra principalmente en lo que sentimos, lo que pensamos, o en cómo la estamos pasando. La iglesia es un pueblo único y santo, apartado para el expreso propósito de llamar la atención sobre la grandeza y la bondad de un Dios verdadero que nos ha llevado de la oscuridad a la luz a través de la expiación sustitutiva de Cristo (1 Pe. 2:9-10). Los dos sacramentos que hemos recibido (bautismo y la Cena del Señor) atraen nuestra atención de manera sencilla y poderosa, para honrar a Dios y su obra, no las nuestras (Rom. 6:1-41 Cor. 11:23-26).
8. La reunión dominical no es una plataforma para el ministerio personal o un escalón para una carrera musical. Los líderes de la iglesia y los músicos están destinados a modelar el corazón del apóstol Pablo: “Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como siervos de ustedes por amor de Jesús” (2 Cor. 4:5).
9. La reunión dominical no es un negocio o franquicia de comida rápida, motivada por principios prácticos para la comercialización y el éxito financiero. La iglesia es el terreno de Dios y Su Templo. El crecimiento normalmente lleva tiempo y Dios se preocupa por los medios que usamos para lograr ese crecimiento (1 Cor. 3: 9-111 Cor. 3:16-17).
10. La reunión dominical no es un lugar para empujar los límites de la creatividad con tal de hacer algo nuevo. Es un lugar en el que los líderes buscan comunicar fielmente el evangelio que ellos han recibido de Dios mismo (1 Cor. 4:1-2Gál. 1:6-9). Mientras que la creatividad puede ayudarnos a proclamar las verdades de la Palabra de Dios y el evangelio de una manera fresca, el medio no está destinado a eclipsar, distraer o distorsionar el mensaje.
11. La reunión dominical no es una galería de arte, que da más valor a los medios audiovisuales que a la predicación y proclamación de la Palabra. La iglesia se construye, se sostiene y crece por la predicación fiel de la Palabra de Dios y el evangelio (Sal. 19: 7-112 Tim. 4:1-2Rom. 10:17).
12. La reunión dominical no es una obra de teatro, dirigida por actores cuyas palabras y acciones no se parecen a sus vidas diarias. Al cantar, la Palabra de Cristo debe morar en nosotros abundantemente, motivándonos a decir y hacer todo en el nombre de Cristo para la gloria del Padre (Col. 3: 12-17).
Efesios 3:10 dice que la iglesia da a conocer la multiforme sabiduría de Dios a los principados y potestades en los lugares celestiales. Cuando damos prioridad a los valores y a las prácticas mundanas, o al ejercicio de nuestras propias preferencias, estamos teniendo en mayor estima la relevancia cultural y no estamos revelando la sabiduría de Dios, pero nuestra propia necedad. La forma en que dirigimos nuestros servicios de adoración está integralmente e ineludiblemente ligado a nuestra teología.
Siempre van a existir diferentes perspectivas sobre la forma en que la iglesia debía cantar. Pero al final del día, nuestro canto será más satisfactorio, edificante y exaltará mejor a Cristo, si nuestros pensamientos provienen de las palabras de Aquél que nos dio, en primer lugar, una canción para cantar.
POR BOB KAUFLIN

sábado, 27 de agosto de 2016

LA ADORACION

Escrito por John McArthur

Pablo dijo a los filipenses: “…nosotros somos…los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne” (Fil. 3:3). Juan 4:23 dice: “Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad”. Somos llamados a ofrecer nuestro cuerpo como un sacrificio vivo a Dios en un acto santo de adoración (Ro. 12:1). Pedro dijo que somos “sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (1 P. 2:5)

 Cuando usted va a la iglesia, ¿piensa de verdad acerca de los himnos que canta o medita en las cosas que escucha, que están enseñando y predicando? Usted necesita cultivar un corazón que adora. Y su adoración no debiera estar limitada a cuando va al templo. El culto que se celebra en el templo debiera ser el catalítico que le mueve a adorar en todo tiempo. En The Ultimate Priority [La prioridad final] (Chicago: Moody, 1983) yo decía que adoramos mejor cuando somos completamente obedientes. Obediencia es la definición básica de adoración. Al igual que la obediencia, la adoración tiene que ser una forma de vida en vez de solo un ejercicio religioso de los domingos. 
 

Hebreos 10:22 nos invita a que nos acerquemos a Dios. Santiago 4:8 es más específico: “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros”. ¿Se ha acercado usted alguna vez a Dios con prisas? ¿Permite usted que su corazón y mente asciendan cuando escucha los himnos, la lectura de las Escrituras o la oración? ¿Medita usted con profunda devoción? Recuerde, tenemos que ser un pueblo que adora.




Extraído del libro, “El Plan del Señor Para La Iglesia” escrito por el Pastor John MacArthur y publicado por Editorial Portavoz.

lunes, 20 de junio de 2016

ADORACION

La palabra griega usada para identificar la adoración en la Biblia son: “eusebeo y proskuneo”

Temer a Dios y guardar sus mandamientos
Eusebeo: actuar piadosamente hacia.
Proskuneo: hacer reverencia, postrarse, suplicar, dar obediencia a… se usa de un acto de homenaje o de reverencia.

Obviamente que se no solo se refiere a Dios, sino que a veces usado para los que adoran a  otros ídolos.

Es interesante observar que el concepto de lo que es La adoración a Dios, no se encuentra en ningún pasaje de la Biblia. Por eso considerando los verbos anteriores, nos damos cuenta que no queda limitada a la alabanza, y puede considerarse como el reconocimiento directo de Dios, de su naturaleza, atributos, caminos y demandas, ya bien por el derramamiento del corazón en alabanza y acción de gracias, o bien mediante actos ejecutados en el curso de tal reconocimiento.

Entonces, que es la adoración? 

La meta final de Dios para el hombre. Exaltar a Dios hasta lo mas alto. Contar cuan grande es El a traves de todo lo que hacemos. 
(Amaras a Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con toda tu alma) abarca todo lo que somos.

Filipenses 3:3: “Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos (látris ; ministrar (a Dios), rendir homenaje : rendir servicio, siervo, culto.) a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.”

No podríamos tener una relación con Dios, si antes no nos convertimos a El, por eso luego solo viviremos para adorarle en cada momento de nuestra vida con cada cosa que hacemos.
Muchos creen que la meta de Dios es que evangelicemos el mundo, pero yo pregunto: ¿Existiría la evangelización si antes no hubiese existido la adoración?
O en otras palabras como podemos contagiar a otros del Dios que adoramos, si antes no tenemos pasión por adorarlo.
Todo comienza con Dios y termina con Dios. No con los hombres. 

Una actitud correcta de un verdadero adorador es ser obediente y piadoso. 

Cuando una persona obedece a Dios da con ello la única evidencia posible de que en su corazón cree a Dios. Es una evidencia de la nueva vida que tenemos en Cristo. Obviamente que es la persuacion de la verdad lo que resulta en fe (o sea creemos porque fuimos persuadidos de que la cosa es cierta, algo no llega a ser cierto porque se crea en ello).
Obedecemos porque Dios asi lo manda. (Deut. 13:4)
La forma correcta segun Eclesiastes 12:13 es temer a Dios y guardar sus mandamientos. 
Todo esta centrado en nuestra relación con Dios, con su palabra que nos enseña como es Dios. Salomon al final de sus días se da cuenta que todo pierde importancia ante la decisión de Temer a Dios y guardar sus mandamientos. Nuestra responsabilidad ante Dios es eterna e irrevocable.

Ser piadoso es otra característica de aquellos que adoran a Dios en verdad. Se le puede llamar “devoción a Dios” (en griego la palabra Eusebeia), la Versión Popular lo traduce “devoción”.
Los escritores seculares decían que la piedad es una actitud correcta hacia Dios.
La piedad es una actitud hacia Dios que implica: el temor de Dios, el amor a Dios y el deseo de Dios.
William Law: “La devoción significa una vida entregada a Dios. Es un hombre piadoso.. quien ya no vive según su propia voluntad.. sino según la voluntad de Dios; quien considera a Dios en todo, quien sirve a Dios en todo...”.
John Murray: “A quién o qué adoramos determina nuestra conducta”.

La adoracion es la meta final de Dios para el hombre. Es exaltar hasta lo sumo la grandeza de Dios en todas las situaciones que nos rodean. 
Acompañando nuestra vida de adoración con la oracion y la lectura biblica, nunca estaremos caminando lejos de lo que significa ser un verdadero adorador. 

Bendiciones. 

Martin Fonseca

domingo, 22 de mayo de 2016

¿CANCIONES BÍBLICAS DE MINISTERIOS CUESTIONABLES?

¿Sabes quién ha sido el mejor compositor de canciones en la historia de la música cristiana? Si te dijera que este compositor cometió adulterio y homicidio, pero que luego se arrepintió de su pecado, ¿considerarías que es sabio de mi parte el cantar sus canciones en mi iglesia? Si contestaste que “no” deberías saber que acabas de decirme que no puedo usar gran parte de las canciones en el libro de los Salmos. Estoy hablando del rey David.  El rey David fue uno de los hombres más destacados del Antiguo Testamento. Fue un excelente músico y poeta. Y como “un hombre conforme al corazón de Dios” era un líder religioso excepcional. Sin embargo, a pesar de sus ilustres logros, el rey más grande de Israel no estuvo exento de algunas fallas graves.  Primero, tuvo una conducta vergonzosa de adulterio con Betsabé (2 Samuel 11:1-27) y, segundo, el asesinato de Urías (2 Samuel 11:14-17).
¿Podemos cantar canciones de ministerios que ya no tienen sana doctrina o cuyos líderes han caído en pecado?
Quizás estés pensando que, por lo menos, el rey David se arrepintió de su pecado mientras que hay ministerios o personas hoy día que no se han arrepentido. Aunque David sí se arrepintió de sus pecados, hubo un tiempo en el cual sus salmos fueron usados y David todavía no se había arrepentido.  Sus canciones eran cantadas porque contenían un mensaje que llevaba al necesitado, al herido, al temeroso y al alegre a darle gloria a Dios.
Al igual que estos hermanos del pasado, no uso los salmos porque los escribió el rey David, sino que los uso porque son la Palabra de Dios.
Ejérzanos sabiduría y amor por los demás.
Por otro lado, un aspecto importante a resaltar es el efecto que producirá en la vida de la iglesia el cantar canciones de determinadas personas, porque puede que sea más una distracción y tropiezo que bendición y edificación.
Posiblemente haya hermanos en la iglesia a quienes le afecte, de forma negativa, el cantar canciones de estos líderes.  Si un sólo hermano se incomoda con esto, yo hablaría con él. Sin embargo, si es la mitad, o casi toda la iglesia, prefiero no usar las canciones de esos cantantes. No olvidemos que una de nuestras metas es servir a la iglesia y si el usar tal o cual canción va a tener un efecto opuesto mejor elijamos otra canción con el mismo tema y te garantizo que la hay, recordemos las palabras de Pablo en 1 Corintios 8: 13 “Por lo tanto, si lo que como hace que otro creyente peque, nunca más comeré carne mientras viva, porque no quiero hacer que otro creyente tropiece” el principio está claramente establecido aquí en este pasaje.
Cuando miremos ministerios que predican doctrinas cuestionables, no sigamos sus enseñanzas. Aún así, no veo un problema con usar su música (bajo la salvedad de lo mencionado en el párrafo anterior, por asunto de conciencia)siempre y cuando sean centradas en el Evangelio.
Mi compromiso es con la Palabra de Dios.
En varias ocasiones  me han preguntado si es correcto usar canciones de “tal persona” o de “tal ministerio”. Yo hago esta pregunta, ¿las canciones de “tal ministerio” o de “tal persona” están centralizadas en la palabra de Dios?  Si la respuesta es “no”, pues no las cantes.  Sin embargo, si la contestación es “sí”, porque son canciones que están llenas de la Palabra de Dios y pueden ser de edificación para nuestras iglesias, no veo el problema en usarlas. Mi compromiso no es con un artista o ministerio. Mi compromiso es con el Evangelio.  No existen artistas o ministerios perfectos pero el Evangelio nunca falla ya que es perfecto.
De vez en cuando aparecen en mi repertorio canciones de cantantes que en su momento eran cantantes de sana doctrina pero que ahora se han alejado de estas enseñanzas. También uso canciones de un ministerio muy conocido que jamás invitaría a predicar a mi iglesia.  Sus enseñanzas no son bíblicas y jamás apuntaría a un hermano a las iglesias de este ministerio.  Pero cuando escucho las canciones que están produciendo, no puedo entender cómo es que las canciones pueden estar saturadas del Evangelio más su predicación no lo está. Estas canciones contienen sana doctrina, melodías hermosas y arreglos musicales excelentes.  A veces digo, “si ellos enseñaran este tipo de verdades en sus sermones, serían una muy buena iglesia.”  Sin embargo, no es ese el caso.
Colosenses 3:16 dice “que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros, con toda sabiduría enseñándoos y amonestándoos unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias  en vuestros corazones.”
Cuando una canción tiene la Palabra de Cristo, es decir, el Evangelio, más una melodía accesible para la iglesia, yo la uso.  Pero si la canción no tiene un mensaje evidente del Evangelio, aun cuando tenga una melodía y un arreglo fenomenal, no será una de las canciones en mi lista para cantar.  Las canciones que vamos a cantar nunca deben depender del ministerio o el artista que las canta. Estas deberían ser escogidas basadas en su contenido; el Evangelio.
Para concluir, les dejo con algo que entiendo puede ayudarnos a tomar una decisión respecto al tema. Las palabras que pronunció Jesús acerca de los escribas y fariseos dice, “De modo que haced y observad todo lo que os digan; pero no hagáis conforme a sus obras, porque ellos dicen y no hacen.” (Mateo 23:3)  Si sus ministerios son cuestionables pero sus canciones son bíblicas, usemos las canciones pero no sigamos sus ejemplos.
Yo creo que podemos usar canciones de ministerios que sean cuestionables siempre y cuando sean bíblicas. Podemos estar en desacuerdo con sus ministerios pero, como dijo Pablo de aquellos que proclamaban a Cristo fingidamente o con ambición personal, “…de todas maneras, ya sea fingidamente o en verdad, Cristo es proclamado; y en esto me regocijo, sí, y me regocijaré.”  (Filipenses 1:18)  Démosle gracias a Dios cada que vez que escuchemos canciones bíblicas, también oremos para que Dios abra los ojos de aquellos ministerios que no predican el evangelio de Cristo.
Finalmente, nuestro filtro para elegir canciones debe de ser la Biblia no un artista o ministerio.
Escrito por Mauricio Velarde.
Extraído de la pagina web ALLÍ EN LA CRUZ

viernes, 13 de mayo de 2016

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lunes, 18 de abril de 2016

SIGUIENDO A CRISTO

“Cuando veáis el arca del pacto de Jehová vuestro Dios… marcharéis en pos de ella; a fin de que sepáis el camino por donde habéis de ir; por cuanto vosotros no habéis pasado antes de ahora por ese camino” (Jos. 3:3-4).
          No cabe duda de que nuestro mundo es un mundo desorientado. La pregunta que se hace continuamente es esta: ¿Cuál es el camino que debemos seguir? Que este sea un problema general, no supone que también lo sea de la iglesia. Sin embargo es así. En cualquier lugar del mundo que visito, se aprecia esta situación. Líderes que no saben cual debe ser el camino a seguir en un mundo cambiante. Iglesias y organizaciones que han perdido la seguridad de épocas pasadas, en las que experimentaban días de bendición y caminaban con seguridad en camino de victoria. A esto ha sucedido la enorme desorientación del tiempo actual.
         Surgen cada día nuevas organizaciones, que se autodenominan como ministerios, dirigidos al liderazgo de las iglesias, para proponerles soluciones mediante cursos intensivos que son una mezcla de selección bíblica, técnicas de mercado, psicología y manejo de recursos humanos. Una notable cantidad de libros sobre liderazgo cristiano, salen de las imprentas y son puestos en manos de los pastores de las iglesias. Cada uno de estos y otros sistemas propuestos, se presentan como la panacea a la desorientación, la solución a los problemas actuales y la apertura al camino del éxito. Muchas iglesias están descansando, cada vez más, en las técnicas de la estadística comparativa, almacenando resultados analíticos de las encuestas formuladas entre los miembros, cuyos resultados deben ser tratados conforme al sistema propuesto para que se produzcan los resultados esperados, de crecimiento, desarrollo, recuperación, etc. Sin embargo, la realidad es que ninguna de estas fórmulas están dando resultado. No dudo, en absoluto, que toda acción dirigida a corregir errores de orientación, al mejor aprovechamiento de los recursos eclesiales, a la eficacia organizativa, son buenos, siempre que sean herramientas para un trabajo más eficaz, pero, en ningún modo resolverán lo que es un problema de fondo al que, según pienso en alto, debe prestársele urgente atención.
          El libro de Dios apunta a la solución de un problema que ha existido siempre. Lo hace tomando pinceladas históricas y renovando los consejos divinos dados en el tiempo pasado, pero válidos permanentemente, porque son palabra de Dios. El texto tomado para este pensando en alto, corresponde a un momento en la historia de Israel en un momento de iniciar un camino desconocido para ellos, pero que iba a ser de victoria en la medida en que ajustasen a lo que Dios establecía para ellos. El pasaje debe ser tenido en consideración puesto que “estas cosas les sucedieron como ejemplo y están escritas para amonestarnos” (1 Co. 10:11). Es el modo de recuperar un camino seguro. La forma para superar la crisis de desorientación.
          En los textos que abren este pensando en alto, aparece en primer lugar la figura del arca. Esta abriría el camino por el que el pueblo de Dios debía marchar. Como todos los muebles del tabernáculo era figura de Cristo. En ella y en el Lugar Santísimo donde estaba colocada se manifestaba la gloria de la presencia de Dios. De igual manera se dice de Jesús: “en Él habita corporalmente la plenitud de la deidad” (Col. 2:9). El arca estaba construida en madera recubierta totalmente de oro. Figura también de las dos naturalezas de Jesucristo. El oro apuntando a la deidad y la madera como expresión figurativa de su humanidad. Cristo, en el simbolismo del arca, ocupa el lugar principal en el relato. El texto bíblico llama al mueble “el arca del pacto de Jehová”. El nombre usado hacer alusión al Dios que pacta. No se trata de un pacto en igualdad de condiciones entre Él y su pueblo, ya que los pactos de Dios son incondicionales. El título conduce el pensamiento al pacto de redención, establecido por Dios antes de la creación, en el que por soberanía determina salvar al pecador. Es otro aspecto de Jesús. El Señor es Dios en encuentro de gracia (2 Co. 8:9). La ejecución de la obra de salvación requería que el Dios de la gracia descendiese al encuentro del hombre, para resolver el problema de quien, a causa del pecado, no quiso, ni quiere, ni querrá voluntariamente buscar a Dios (Ro. 3:10 ss.), por cuya razón es Dios que en Cristo viene a buscar y salvar lo que estaba perdido (Lc. 19:10). No puede haber una mayor demostración de la gracia que el hacerse hombre, y en esa condición, llegar a la obediencia suprema de la muerte y muerte de Cruz (Fil. 2:6-8). Veo al arca y descubro en ella la figura del Dios de la soberanía. El arca marcaría el camino y actuaría en soberanía llevando a cabo Su propósito. Así también Jesús, recibe el nombre que es sobre todo nombre, bajo cuya autoridad ningún enemigo podrá obstaculizar el camino victorioso para la iglesia. Es el que en soberanía, abre puertas que ninguno puede cerrar (Ap. 3:8). El arca es también expresión de los milagros de Dios. Abrió camino en el mar, separó las aguas del Jordán, dio alimento al pueblo en el desierto, proveyó de agua para saciar a todo en pueblo. Así también Jesús. El evangelio lo presenta como hacedor de maravillas, calmando el temporal, sanando enfermos, resucitando muertos, dando de comer a multitudes con cinco panes y dos peces. Cada uno de nosotros somos expresión visible del milagro que Dios operó regenerando nuestras vidas y transformando nuestra situación de muertos en pecados a poseedores de vida eterna.
          La segunda enseñanza de los versículos tiene que ver con el camino. No cabe duda que es desconocido para nosotros, pero conocido para Él (v. 4). No sabemos como será el recorrido. Puede que transcurra por la soledad de un desierto, o por laderas empinadas, o atravesando lugares donde los enemigos acosen. Sin embargo, ya nos anticipa algunas experiencias seguras en él. Es siempre un camino de comunión con Dios, donde Él está presente. Donde las oraciones son contestadas y donde su luz alumbra cada tramo del sendero. Nunca puede haber desorientación en él, porque nunca discurre en tinieblas sino en luz. Jesús dice: “el que me sigue no andará en tinieblas”. No es posible extraviarse puesto que Cristo ha dejado sus huellas marcadas para que sigamos sus pisadas (1 P. 2:21). Es también el camino del testimonio. Dios marchando con su pueblo. La iglesia tiene como misión de ser testigo de Cristo en el mundo (Hch. 1:8). No es sólo la proclamación del mensaje del evangelio de la gracia, sino que con él va acompañándolo el testimonio de vida del quienes lo anuncian. Es el compromiso de una vida de santidad en la que el mundo puede ver el fruto del Espíritu, que es la manifestación visible de la presencia de Cristo en el cristiano. Un pueblo que testifica al mundo la actuación de Dios en sus vidas, produciendo “el querer y el hacer, por su buena voluntad” (Fil. 2:13). Lo que impacta al mundo no es el discurso sobre Cristo, sino la vida de Cristo reproducida por el Espíritu en el creyente. El camino por donde va el arca es también uncamino de renovación espiritual. El propósito de Dios para los salvos es que seamos conformados a la imagen de su Hijo (Ro. 8:29). Se trata de una transformación continuada. Es la operación por la que Dios hace de cada creyente un vaso nuevo para Su gloria. También el camino que Dios propone es un camino de victoria. Frente a la triste situación de una iglesia sin poder victorioso, está la decisión de Dios que quiere llevarnos siempre en triunfo en Cristo (2 Co. 2:14). En los tramos difíciles de la senda los recursos de la gracia están a nuestra disposición. Miraremos atrás en el camino y descubriremos que nos sigue el bien y la misericordia; bajo nuestros pies lugares de reposo donde somos alimentados por Dios; delante la esperanza de gloria, en el descanso perpetuo en la casa del Padre.
          Hay sólo una condición para experimentar el cambio que necesitamos, un sola vía para dejar la desorientación, suprimir la inquietud y afirmarnos en lo que debemos hacer: “vosotros seguiréis al arca”. Significa esto reconocer el señorío de Cristo en la iglesia, en el ministerio y en la vida personal. Se trata, como dije antes, de seguir las pisadas del Maestro. En la decisión de seguirle exigirá que al caminar en sus huellas volvamos a la vida de santidad. No es posible hablar de vida cristiana sin hablar de santidad, ya que no es una opción sino la única manera de vida cristiana. Es recuperar la experiencia de la oración, como estuvo presente en la vida de Jesús; será necesario establecer prioridades en esto y orar más para hablar menos; venir a Su presencia en dependencia para expresarle nuestra necesidad y decirle sin muchas palabras la oración más importante hoy: “Señor, ¿qué quieres que haga?”. Será retornar a la Palabra, dedicarle tiempo para leerla, estudiarla, meditarla y obedecerla. Dios volverá a hablar a Su pueblo desde el púlpito de la iglesia. Las reuniones no serán para compartir ideas y presentar conceptos humanos, sino para oír la poderosa voz de Dios que quebranta la insensibilidad de nuestros corazones. Seguir las huellas de Cristo, conducirá necesariamente a una expresión de amor en todo lo que hagamos, buscando el bien de otros y no el nuestro propio. El autoritarismo, el humanismo, los propósitos del hombre, dejaran de ser, para sentir sólo la presencia de Dios, que por Cristo nos dice ahora: “Venid en pos de mí”. Todos los problemas serán resueltos victoriosamente con la única condición que el versículo establece: “Cuando veáis el arca del pacto de Jehová vuestro Dios… marcharéis en pos de ella”La petición de los griegos, debe ser nuestra oración ahora y siempre: “Señor, queremos ver a Jesús”.
ESCRITO POR SAMUEL PEREZ MILLOS DE LA PAGINA WEB PARA MI EL VIVIR ES CRISTO

lunes, 11 de abril de 2016

El es el Salvador

La parte más importante de la anatomía de una iglesia es la cabeza. Ningún cuerpo es completo sin una cabeza. La cabeza de la iglesia es el Señor Jesucristo. En Efesios 4 Pablo dice: “Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (vv. 15-16). Aunque nosotros tenemos que hacer todo lo que podamos en la iglesia, es el poder de Cristo lo que hace que todo funcione. Nos consuela mucho saber que cuando nosotros fallamos, Él triunfa. Cristo es nuestra cabeza; sin Él no podemos hacer nada (Jn. 15:5).

 Un pasaje de gran ayuda al examinar la obra de nuestro Señor en la iglesia es la majestuosa bendición con la que termina la epístola a los Hebreos: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén” (13:20-21).
Tres cosas en este texto apuntan a la obra salvadora de Cristo a favor de su iglesia.

Su nombre
En Mateo 1:21 leemos: “Y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. Jesús significa “Jehová salva”. Es la forma griega del nombre Josué en el Antiguo Testamento. Este es el nombre de aquel que salva. Hebreos 2:9-10 dice: “Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos”. Jesús es el que gustó la muerte por cada uno de nosotros. Se convirtió en el “autor” [gr. archegos, “el pionero”] de la salvación.
Hechos 4:12 dice: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. El nombre de Jesús habla de su obra de salvación.

Su sangre
El pueblo judío sabía que el pecado había que expiarlo mediante la sangre. Eso es parte del mensaje de la carta a los hebreos. En Hebreos 9:18 leemos: “De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre”. Todo judío sabía que la ratificación del antiguo pacto en Levítico  17:11 fue mediante sangre. Dios requería que hubiera derramamiento de sangre para quitar el pecado. Moisés era el agente de Dios para rociar la sangre que ratificaba el antiguo pacto: “porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo, diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado. Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos en el tabernáculo.
Sin embargo, toda esa sangre era solo simbólica de la sangre que sería derramada por Cristo para hacer la paz entre el hombre y Dios. Hebreos 9:22 dice: “Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión [perdon]”. Esa es la razón por la que Cristo tenía que derramar su sangre para ratificar el nuevo pacto. Jesús dice en Mateo 26:28: “Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”.
Notemos que Hebreos 13:20 dice: “Por la sangre del pacto eterno”. El pacto mosaico – el Antiguo Testamento – no era eterno. Era un pacto temporal, la sombra de los bienes venideros (He. 10:1). Cristo Jesús hizo un pacto eterno: “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (He. 10:14). Mediante un solo acto de sacrificio, Cristo nos dio salvación eterna. Hebreos 9:12 dice: “Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención”. Mientras que los sacerdotes de Israel tenían que repetir los sacrificios continuamente en el lugar santo, Cristo hizo un solo sacrificio, y compro salvación eterna para nosotros (He. 10:11-12).

Su resurrección
Cuando pensamos en la resurrección de Cristo, tenemos tendencia a verlo como un medio para nuestra propia resurrección; pero hay en ello mucho más que eso. La resurrección de Cristo Jesús es la afirmación más grande de la aprobación del Padre de la obra salvadora de Jesús. Cuando el Padre levantó a Jesús de entre los muertos, estaba afirmando que Jesús había llevado a cabo aquello para lo cual había ido a la cruz.







Extraído del libro, “El Plan del Señor Para La Iglesia” escrito por el Pastor John MacArthur y publicado por Editorial Portavoz.

viernes, 19 de febrero de 2016

GRAN GALARDON

Hace poco fui a visitar a un familiar, que hacía mucho que no veía. Sabía que su fe había cambiado desde que conoció el evangelio de Jesucristo.
Nos pusimos a conversar de todo un poco, me mostro los cambios en su hogar y como Dios le bendijo en muchas áreas. Pero note un patrón común en sus palabras, que tenían que ver con la mención continua de un predicador famoso, a quien escuchaba frecuentemente.  “Es muy poderoso lo que habla y lo que sucede” – me decía “tienes que verlo, tienes que verlo”.
Me contaba de su iglesia, de las actividades, de su servicio, de las “reuniones de poder” que tenían (insistió muchas veces que tenía que ir yo a ver lo que sucedía allí), pero no dejaba de mencionar el nombre de este predicador cada 20 o 30 palabras.  
Como no pude con mi genio y tratando de ser muy respetuoso, le pregunte: “¿cada cuánto tienen estudio bíblico?”. “mmm…” (Balbuceo y luego continuo). “¡Gálatas, Efesios!, libros muy poderosos”. Yo no sé si fue lo primero que se le cruzo por la cabeza, o en verdad estarían estudiando esos libros. Sin embargo me parece estar más cerca lo primero que lo segundo. Porque si yo le preguntase lo que ese predicador famoso decía desde el pulpito, me lo hubiera repetido de memoria sin dudar (porque estaba emocionadísimo con su mensaje), pero a la biblia no me la menciono mucho.
 Reconozco que fui un poco directo, pero después de entender lo que la biblia dice en el Salmos 19:7:”La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma…” no me quedan dudas que necesito buscar lo que en verdad me da CRECIMIENTO ESPIRITUAL Y MADUREZ.
Un culto normal, donde se adora a Dios, hay comunión con los hermanos y somos fortalecidos en su palabra, también es una “reunión poderosa”, sin tener que acudir a lo místico con experiencias sobrenaturales y métodos anti bíblicos.
El salmista continua, haciendo referencia a los mandamientos,  en los versículos 10 y 11 de este salmo 19: “Deseable son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal. Tu siervo es además amonestado con ellos, en guardarlos hay grande galardón.”

Prefiero ese gran galardón porque es la única satisfacción para mis necesidades espirituales. 

Martin Fonseca

domingo, 14 de febrero de 2016

¿CUANTO A TI?

“…Entre en tu casa y no me diste agua para mis pies… no me diste beso… no ungiste mi cabeza con aceite…” (Lc. 7:44-46)
Con nuestros ojos humanos ponemos precio a cosas terrenales, y muchas veces fallamos y erramos. Más difícil es entender lo que Jesucristo hizo por nosotros, porque no se trata de lo que podamos ver, sino más bien de lo mucho que EL nos amo.

Lo que aquella mujer sentía era un verdadero arrepentimiento, reconoció que había en Jesús un amor sincero hacia su persona, por el perdón que estaba recibiendo. En contraste a ella, algunos le cierran la puerta, y no aceptan recibir misericordia.
Necesitamos de su perdón cada día.
¿Cuánto se te perdona hoy?  ¿Cuánto a ti? 
"Al que mucho se le perdona, mucho ama..." 
Jesus le dijo a la mujer:
“Tu fe te ha salvado, ve en paz.” (Lc. 7:50)

Recibe el perdón de Dios, su gracia no tiene precio.